El 16 de abril se celebró el Día Mundial del Emprendimiento. No sé ustedes, pero me da la impresión de que en las últimas décadas hemos visto aparecer más fechas relacionadas con esto.
Ya iremos platicando un poquito sobre cada una. Y como siempre, es un buen pretexto para hacer una pausa y reflexionar sobre cómo estamos en temas de emprendimiento y quizás aplicar un poco las famosas preguntas de:
¿Qué hay que dejar de hacer? Por ejemplo, la informalidad.
¿Qué hay que comenzar a hacer? Por ejemplo, comenzar a medir nuestro impacto.
¿Qué debemos seguir haciendo? Por ejemplo, escuchar a nuestros clientes.
¿Qué debemos mejorar? Por ejemplo, fortalecer nuestra digitalización.
Así que hoy quiero invitarte a reflexionar un poco sobre la evolución del emprendimiento.
Platicando con un muy querido amigo, me compartió que en la empresa de su papá no tenían las mejores prácticas ambientales en sus procesos de producción y que él había ayudado a
implementar estas acciones. Considero que es una de las características de las nuevas
generaciones: empezar a ver más allá de lo evidente, donde no solo cuenta la rentabilidad sino también el impacto que generamos en nuestro entorno.
Otra anécdota fue durante mi paso por una dependencia de gobierno. Platicando con un trabajador que tenía más de 25 años de servicio, le pregunté qué servicios ofrecía antes la
dependencia encargada del desarrollo económico para las empresas. Él me comentó que se brindaban servicios como mantenimiento a aires acondicionados y herrería. Nunca sabré si esto era totalmente cierto, porque no entrevisté a una empresa que recibiera estos beneficios, pero no creo que haya estado muy alejado de la realidad. Hoy en día, también he visto los diversos servicios que ofrecen las diferentes dependencias de gobierno en todo el país, que dan atención a los emprendedores o las PYMEs. Las capacitaciones de servicio al cliente serán una constante, pero poco a poco vamos viendo cómo la adopción de la tecnología va cobrando mayor relevancia, especialmente cuando se trata de automatizar procesos. Ahora, haciendo un doble clic en el tema de atención al cliente, pensemos también en la brecha generacional: los nómadas digitales probablemente se sientan muy atendidos por un chatbot que les hable como un humano, mientras que los baby boomers probablemente prefieran visitar una tienda física para ser atendidos en persona. Así que es crucial prestar atención a quién dirigimos nuestro producto o servicio y quién lo paga.
Siguiendo con la reflexión sobre la evolución del emprendimiento, nuestras interacciones con mujeres emprendedoras han confirmado un patrón sobre lo que las motiva a emprender: además de la necesidad de un ingreso, muchas también buscan mejorar su entorno. El desafío puede ser cómo empezar a estructurar esa intención. Y aquí es donde comenzamos a hablar sobre la medición del impacto, algo que ni siquiera existía cuando nuestros abuelos empezaron a
emprender.
Hoy en día, con metodologías como la teoría del cambio, podemos tener un marco conceptual que ayuda a los emprendedores a entender cómo sus actividades y acciones conducen a los resultados deseados y a identificar los factores clave para el éxito, y precisamente a medir el impacto de sus esfuerzos; en otras palabras, a ver más allá de lo evidente.
Les comparto un poco sobre cómo Agile Impacts describe estos componentes para que puedas comenzar a reflexionar sobre ellos en tu emprendimiento:
Supuestos: Son las creencias o hipótesis subyacentes que una empresa tiene sobre cómo se produce el cambio.
Inputs: Son los recursos que se invierten en la empresa para llevar a cabo sus actividades y acciones. Estos pueden ser financieros, humanos, técnicos o materiales.
Outputs: Son las actividades y productos tangibles que la empresa produce, como servicios o productos manufacturados.
Outcomes: Son los cambios a corto y medio plazo que resultan de las actividades y productos de la empresa. Estos pueden ser cambios en comportamiento, actitudes, conocimientos o habilidades. Impacto: Es el cambio a largo plazo que se espera lograr a través de los resultados obtenidos. Este cambio puede ser social, económico, ambiental o institucional y debe alinearse con los objetivos y
la misión de la empresa.
Aunque esta metodología se originó en 1954 e inicialmente se adoptó principalmente para temas con enfoque social, hoy en día es una metodología que empieza a ser adoptada por fondos de inversión.
Personalmente, encuentro esta metodología muy útil para determinar lo que esperamos que ocurra con nuestras acciones y nos proporciona información con la que podemos fácilmente comunicar el impacto que generamos.
Cuéntame si te animas a explorarla.
À bientôt.