Rebeca Andrade nunca tuvo un camino fácil, pero esta brasileña aprendió pronto a saltar alto y su vuelo parece no tener límites. Tras hacer historia en Tokio, se va de París convertida en la mayor medallista olímpica de su país y aplaudida por la superestrella Simone Biles.
La gimnasta, de 25 años, completó este lunes otros Juegos brillantes al conseguir el oro en suelo, elevando a cuatro su botín en París-2024 y dejando en seis su balance total, tres años después de haber abierto el camino en Tokio-2020 con las dos primeras preseas para una mujer gimnasta de su país.
Con un oro en salto y una plata en el concurso general, la joven paulista fue una de las protagonistas de aquellos Juegos atípicos ante una Biles mermada por los «twisties», un fenómeno que provoca que los gimnastas pierdan el sentido de la orientación en el aire y que la obligaron a renunciar a la mayoría de pruebas.
Y en París, con la estadounidense de vuelta, no ha bajado el vuelo.
Tras liderar a Brasil hacia un bronce histórico en la final por equipos, Andrade sumó dos platas en el concurso general y en salto para acabar consiguiendo el ansiado oro este lunes, pasando por delante de Biles en la final de suelo.
«Rebeca es increíble, es una reina», dijo de ella la estrella estadounidense. «Es siempre divertido verla y con todos los fans hinchando por ella, era lo correcto», expresó sobre la victoria de la brasileña, a quien no duda en señalar como su competidora más temible.
Seguida por casi nueve millones de personas en Instagram e inspiración para una nueva generación de gimnastas brasileñas, Andrade también sabe lo que es tener a un país pendiente de ella.
«Acabo de saber del oro para Rebeca Andrade en suelo, su cuarta medalla en París. Felicidades para nuestra mayor medallista olímpica de la historia», escribió el presidente Luiz Inácio Lula da Silva este lunes en la red social X.
Los focos no le asustan a esta joven que conoce bien que el camino al éxito está lleno de obstáculos.
«Sé que es una responsabilidad, pero no me siento presionada y no lo siento como un peso, porque sé que no estoy obligada a volver a mi país con medallas», aseguró en una entrevista con la AFP en mayo.
Andrade nació en Guarulhos, a las afueras de Sao Paulo, en un hogar humilde que mantenía en solitario su madre, Rosa Santos, una empleada doméstica madre de ocho hijos.
Un proyecto social de su ciudad la llevó a un gimnasio con cuatro años, donde llamó la atención de inmediato.
«No tenía paciencia para quedarse parada. No se podía poner música porque de inmediato se ponía a bailar e imitar una serie de suelo de las chicas mayores», recordaba su primera entrenadora, Monica Barroso dos Anjos.
Su asistencia a los entrenamientos llegó a estar en riesgo por falta de dinero para el transporte. Pero al ver su habilidad, sus hermanos mayores se ofrecían a acompañarla durante una caminata de dos horas.
Pasó poco para que la apodaran «Daianinha de Guarulhos», en alusión a Daiane dos Santos, primera gimnasta brasileña en ser campeona mundial (2003) y su gran inspiración. Todavía una niña, se marchó a entrenar una temporada a Curitiba (sur), antes de dar el salto al Flamengo de Rio de Janeiro.
Su prometedora carrera estuvo a punto de truncarse en varias ocasiones por las complicadas lesiones de rodilla que la obligaron a pasar tres veces por el quirófano entre 2015 y 2019.
Pero en lo más duro de un proceso lleno de incertidumbre, una tal Simone Biles, por entonces ya reina de la gimnasia, le dijo durante los Mundiales de 2018 que no desistiera, que tenía talento.
«Yo estaba sentada, ella estaba pasando y, de la nada, se sentó a mi lado y me dijo eso. Me puse superfeliz, y me dije: ‘Dios mío, la mejor del mundo me ha dicho que no desista. Ahora seguro que no voy a desistir'», contó a TV Globo.
Tras su primera cirugía, Rebeca consiguió llegar a Rio de Janeiro-2016, donde fue undécima en el concurso general. La suerte estuvo de su parte para Tokio, ya que el aplazamiento por la pandemia aumentó su margen para recuperarse de una nueva operación y consagrarse en Japón.
Más madura, su éxito en París no fue ninguna sorpresa. Todo el mundo sabe ya quién es Rebeca Andrade.
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