El tomate, uno de los pilares de la dieta mediterránea, es una de las verduras más comunes y apreciadas en la cocina mundial. Sin embargo, su valor va mucho más allá de su versatilidad en la cocina. Este alimento es un verdadero aliado para la salud, especialmente en lo que respecta a la elasticidad de los tejidos del cuerpo. La Fundación Española de Nutrición (FEN) destaca que el tomate no solo es una excelente fuente de nutrientes esenciales, sino que también contribuye significativamente a mejorar nuestra salud general.
Uno de los componentes más poderosos del tomate es el licopeno, un carotenoide que le da su característico color rojo. Este antioxidante no solo ayuda a proteger las células del daño oxidativo, sino que también juega un papel crucial en la reducción del colesterol LDL, conocido como «colesterol malo». El colesterol LDL es un factor de riesgo importante para enfermedades cardiovasculares, ya que puede acumularse en las paredes de las arterias, provocando problemas como la aterosclerosis. Consumir tomates regularmente puede ayudar a mantener a raya los niveles de LDL, promoviendo una mejor salud cardiovascular y reduciendo el riesgo de enfermedades del corazón.
Además de sus beneficios cardiovasculares, el tomate es un alimento esencial para la producción de colágeno, la proteína que da estructura y elasticidad a la piel, los tendones, los músculos y los huesos. Este proceso de síntesis de colágeno depende en gran medida de la vitamina C, un nutriente del cual el tomate es una fuente abundante. La vitamina C actúa como un cofactor necesario para la producción de colágeno, asegurando que los tejidos del cuerpo se mantengan fuertes y flexibles. Esto es crucial no solo para la salud de la piel, que se mantiene firme y joven, sino también para la fortaleza de los vasos sanguíneos y la capacidad del cuerpo para cicatrizar heridas de manera efectiva.
Otro beneficio destacado del tomate es su capacidad para proteger la piel contra los daños causados por la exposición al sol. El licopeno, además de reducir el colesterol, también neutraliza los radicales libres generados por la radiación ultravioleta (UV), reduciendo así el riesgo de quemaduras solares. Aunque no puede reemplazar el uso de protector solar, una dieta rica en tomates puede aumentar la resistencia natural de la piel al sol, ayudando a minimizar la inflamación y el enrojecimiento.
El tomate no solo es una fuente de vitamina C, sino también de vitamina A, en forma de betacaroteno. Esta vitamina es vital para la salud ocular, ya que contribuye al mantenimiento de la retina y la producción de rodopsina, un pigmento esencial para la visión en condiciones de poca luz. Además, la vitamina A es fundamental para el sistema inmunológico, apoyando las mucosas que actúan como barrera contra infecciones.
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